La respuesta es sí. Las motorizaciones eléctricas no emiten CO2 (a modo de recordatorio, el dióxido de carbono es un gas de efecto invernadero que contribuye al cambio climático). Además, preservan la calidad del aire del entorno, porque tampoco emiten gases contaminantes, como los óxidos de nitrógeno y otras partículas finas que expulsan los motores térmicos.
Aunque la fabricación del vehículo eléctrico tiene un mayor impacto de carbono que la fabricación de un vehículo térmico, una vez en circulación, las emisiones de CO2 son nulas y las de partículas, bajas. La huella de carbono de un vehículo eléctrico es cada vez menos importante a lo largo de su ciclo de vida.
Por último y tras su uso automovilístico que dura en promedio 10 años, las baterías de tracción de los vehículos eléctricos de Renault se recuperan y se reutilizan para emprender una segunda vida.